La evolución del cambio automático

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Vivimos unos tiempos en los que la transición de la caja de cambios manual a la automática se hace cada vez más presente debido a dos factores, por un lado, la mejora en las técnicas empleadas y la accesibilidad del mantenimiento de los cambios automáticos y por otro, la introducción de los mismos como una obligatoriedad en los modelos eléctricos e hibridos.

¿Qué es la caja de cambios?

La caja de cambios es una parte de la transmisión de un vehículo y sirven para fijar la fuerza de tracción, por ejemplo, todo conductor sabe que no es el mismo comportamiento cuando se utiliza la primera marcha a una quinta o sexta, así, cada una de ellas sirve para un propósito y forman parte de un conjunto.

En la caja de cambios manual es el conductor del vehículo quien decide qué marchas son las adecuadas y en las automáticas, este proceso de decisión, lo que es el cambio, se produce de manera automática e invisible para el usuario.

La primera caja de cambios automática.

Este proceso de desmultiplicación es muy antiguo y ya existe constancia del uso de engranajes en la edad media con mecanismos para el cambio de velocidad, pero no es hasta comienzos del siglo XX cuando Henry Ford populariza lo que podríamos definir como un cambio de marchas propiamente dicho, en el modelo T, con dos velocidades e incluso una marcha atrás, todo un éxito de técnica y de ventas.

A lo largo de los años la evolución ha continuado y seguro que si suponemos una fecha para la inclusión de un cambio automático, pensaríamos que es más o menos actual, pero seguro que nos sorprenderíamos al saber que el primer cambio de marchas automático fue instalado por General Motors en 1940 y ya disponía de cuatro velocidades.

La mejora en la tecnología de los cambios automáticos.

Esta mejora ha continuado desde aquellos inicios, pero ha sido en las últimas décadas, gracias a la introducción de la electrónica cuando el cambio de marchas automático ha llegado a destacar, dejando atrás su pérdida de rendimiento frente a los manuales, el mayor gasto de combustible y un mantenimiento prohibitivo.

Atrás quedan los modelos iniciales de cuatro velocidades, llegando en la actualidad hasta a nueve y disponiendo de programas adaptables al modo de conducción y el tipo de terreno, donde pueden incluso anticipar cuál será la siguiente marcha que se «debería» engranar.

Por último, comentar que en Europa el cambio automático es menos utilizado que en otros países como Estados Unidos pero que, como anticipábamos al inicio del artículo, con la introducción de los nuevos modelos eléctricos e híbridos, los consumidores están cada vez más, conociendo un modo de conducir que no solo es más cómodo, si no también más seguro al evitar distracciones.